Luego de su libro predecesor que exhibe el registro fotográfico de mensajes rayados en las paredes de los baños más recónditos de Santiago, emerge esta versión porteña de pensamientos fugaces estampados con humor, crítica social, incluso poesía y la certeza de incómodos olores. Si en los baños de los modernos edificios la puerta choca con el W.C., en los de los bares de Valparaíso el espacio es aún más reducido y en ellos transpira la bohemia de un tiempo que se detuvo. Este confinamiento asegura la tranquilidad en la producción literaria o gráfica en las murallas, un momento de gran intimidad.